Hugo Boss (+18)



-Ponte esto- me dice la mujer de la bata china de seda azul y me pasa un conjunto de ropa interior de encaje rojo.

-Seguro te queda grande, pero no hay más nuevos, aquí tienes este quimono, es la talla más pequeña que tenemos. Cámbiate para ver cómo te queda.

Me cambio y, en efecto, me queda grande la parte de arriba, así que la mujer busca unas almohaditas de esas que se le ponen a los sostenes con relleno y me las da, se las meto como puedo al sostén y mis senos logran ajustarse.

-Vamos a probarte con un cliente que es muy especial, recuerda que cero besos en la boca y sin penetración. Dice la mujer y sale.

El hombre huele a Hugo Boss, a Hugo Boss original. El hombre es unos quince años mayor que yo. Tiene en las sienes algunas canas, se le ven muy bien, sobre todo, porque es de facciones agradables. Sí, es guapo, es un hombre guapo.

El hombre tiene una ropa de verano bien planchada. Lleva anillo de casado y es lampiño. La mujer del quimono de seda azul me presenta, dice que soy la chica nueva y que seré amable con él. Sale. El hombre me dice que soy linda y que me saque la bata. Tengo instrucciones muy precisas y claras para dar el masaje, así que cuelgo la bata en el perchero y comienzo a desvestirlo.

Todo es muy higiénico y tranquilo. Se acuesta boca abajo en la camilla de masajes. Mientras le coloco el aceite en la espalda y mis dedos comprueban que se ejercita, que tiene músculos firmes y cuidados, el hombre me toca. Mete su mano en el sostén y toca mis pezones, me pide que no me acomode, me pide mirar. Las almohaditas salen volando. Dice que no las necesito, que mis tetas son perfectas, naturales, nuevas.

-Tengo que dejarme la ropa interior- digo.

-Lo sé- dice.

El hombre contesta sonriendo, suspira. Yo estoy algo sofocada. No sé cómo hacer para que sus manos se queden quietas y deje que termine el masaje, quiero avanzar, quiero hacerlo bien. Le puse demasiado aceite y ahora se me deslizan los dedos muy rápido, no puedo masajear bien sus piernas, mis dedos se corren sin lograr sujetar los músculos, me concentro en sus pies.

Creo que he logrado relajarlo.  Todavía tengo que llegar a lo más difícil del masaje. El hombre se da la vuelta en la camilla. Veo cómo su pene ya está erguido, eso facilita las cosas. Uso su pecho para sacarme un poco el aceite de las manos. Masajeo sus brazos, son fuertes. Masajeo su rostro, es un hombre agradable, sonríe, me mira intensamente, me mira y me sonrojo, me habla:

-Tienes unos labios hermosos, eres muy hermosa, quiero tocarte-

-No puedo sacarme la ropa interior- Digo.

El hombre suspira. Igual me toca sobre el encaje. Estoy húmeda. No sé porqué pero estoy muy húmeda. A esta altura del masaje su pene está húmedo también. Lo introduzco en mi boca. Se lo chupo como si chupara el jugo de un maíz calentito lleno de mantequilla. Está depilado, todo el pubis es suave. Mientras mi lengua lame su glande, mis manos acarician firmemente sus testículos, tal como me indicó la mujer. El hombre quiere besarme. No lo dejo.

Estoy ahogándome, pero no paro de tragar y tragar la punta de su miembro, está más duro, más grande. Mis labios se han hinchado y mis mejillas están rojas como la ropa interior de encaje rojo. El hombre ya me ha tocado la vagina, acaricia mis labios. Nuestras respiraciones están acompasadas. Dejo que me bese, estoy cansada y el hombre no acaba todavía. Cambio su pene por su boca, lo beso como para hacerlo acabar, lo beso con ternura mientras mi mano aprieta su pene contra mi pierna.

Sudo. Suda. Estoy sobre el hombre, él acaricia mis nalgas como si fueran suyas. Me gusta y está mal que me guste. Estamos besándonos como si el mundo se acabara hoy, ahora. Nos gusta. Pero no me he quitado la ropa interior, no me ha penetrado, sólo me toca y siente mi humedad y se pone loco.

El hombre acaba.

No trago su semen, no hago lo que me dijo la mujer. Dijo que eso hace que regresen por más, igual los hombres que pueden pagar regresan por más. Me siento insegura y simplemente dejo que se escurra en los labios, dejo que caiga sobre mi propio cuerpo, sobre su abdomen.

Limpio todo con esmero. Quiero lavarme. Me coloco la bata y una bata de paño al hombre. Vamos al baño. Me lavo la boca y luego lo ducho. Lo enjabono bien. Me sigue besando. Me lame los labios como si fueran suyos. Me gusta.

El hombre está limpio. Lo seco. Me seco. La mujer entra y pregunta si está todo bien. El hombre le dice:

-Ella está muy bien-

La mujer lo ayuda a vestirse y me manda a cambiar. Se ve que quiere hablar con el cliente a solas. Se ve que quiere calificar mi desempeño. Me lavo  toda esta humedad. Me saco el olor a sexo de la cara, de la piel.

El hombre se ha ido. La mujer me dice que por hoy ya puedo irme. Que regrese mañana a la misma hora.

En la calle me tiemblan las piernas. Tengo hinchados los labios, mis mejillas están rojas como la ropa interior que acabo de sacarme.  Huelo a Hugo Boss.

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